9 nov 2008

La Perfeccion del Alma del Profeta y su Nobleza

La Perfección de su alma y su nobleza:

El Profeta se destacaba por su elocuencia extraordinaria y su fluido árabe. Se distinguía por su rango y posición. Era preciso, veraz y sincero con sus palabras. Estaba muy bien versado en el idioma árabe y bastante familiarizado con los dialectos y acentos de cada tribu. Habló con sus huéspedes utilizando sus propios acentos y dialectos.

Dominaba con elocuencia el dialecto de los beduinos y el de la gente de la ciudad. Tenía la fuerza y la elocuencia del idioma del beduino así como la claridad y el discurso espléndido y decoroso del habitante de la ciudad. Pero por encima de todo estaba la ayuda de Allâh a través de las aleyas reveladas del Corán.

Perdonaba a pesar de su imponente posición. La vitalidad, la paciencia, la perseverancia y la resistencia ante lo que detestaba, todos estos eran talentos, atributos y cualidades que Allâh le había otorgado. Incluso los hombres sabios tienen sus fallas, pero el Mensajero de Allâh , al contrario de todos, a pesar de ser el más herido e injuriado, era a la vez el más clemente y paciente. Cuando más insolencia le demostraban era más tolerante.

'Aishah dijo:

"El Mensajero de Allâh siempre que tenía la oportunidad de escoger entre dos asuntos, optaba por el más sencillo y el más conveniente. Pero si estaba seguro que era un pecado, sería el que más se alejara del mismo. Nunca se ha vengado por una causa personal; pero cuando la santidad de Allâh se violaba lo hacía. Eso lo hacía por Allâh y no por él. Era el último en enfadarse y el primero en quedar satisfecho. Su hospitalidad y generosidad eran sin igual. Sus regalos y caridades demostraban que era una persona que no le temía a la pobreza." [1]

Ibn''Abbâs dijo: "El Profeta era el más generoso, y solía ser más generoso aun en Ramadán, cuando el ángel Gabriel lo visitaba. Gabriel lo visitaba todas las noches de Ramadán y repasaba el Corán con él. Ciertamente el Mensajero de Allâh era más generoso en repartir caridades y bondades que el mismo viento".

Yâbir dijo:

"Cuando al Profeta le solicitaban algo nunca se negaba a darlo". [2]

Su valor y su coraje eran indiscutidos. Era el más valiente. Presenció tiempos adversos y difíciles y los enfrentó con firmeza. Más de una vez los guerreros más valerosos huyeron dejándolo solo; pero él se quedaba calmado y sin darle la espalda al enemigo. Todos los hombres valientes deben haber experimentado la huída alguna vez o han sido repelidos del campo de batalla en alguna oportunidad, excepto el Profeta . ‘Ali dijo: "Siempre que la lucha se tornaba feroz y los ojos de los combatientes enardecían, nosotros acudíamos al Profeta para estar a su lado y así sentirnos más seguros. El enemigo no lo intimidaba". [3]

Anas dijo: "Una noche los ciudadanos de Medina se alarmaron. Salieron de sus casas apresuradamente hacia el lugar de donde provenía un ruido, pero el Profeta se había adelantado a ellos. Montaba el caballo de Abu Talhah desensillado, y llevaba una espada colgada al cuello, y dijo:"No hay nada de qué preocuparse".[4]

Era el más modesto y el primero en recatar la mirada. Abu Sa'id Al-Judri dijo: "Era más pudoroso que una virgen en su aposento. Cuando le disgustaba una cosa lo notábamos por su rostro. [5] No miraba a nadie fijamente a los ojos. Siempre miraba hacia abajo. Miraba hacia el piso más de lo que miraba hacia el cielo. La mayoría de sus miradas eran contemplativas. Era obedecido de agrado por todos. Nunca hablaría de una persona de quien se había oído hablar mal, eso no le gustaba, en cambio diría: "Por qué ciertas personas hacen tales cosas...."

El Profeta era el más justo, el más decente, el más sincero en su discurso, y el más honesto. Los que trataban con él, hasta sus enemigos, reconocían sus nobles cualidades. Incluso antes de la Profecía se le apodó: "Al-Amín" (El digno de confianza), siempre le consultaban en sus asuntos. En una narración, registrada por At Tirmidhi, encontramos que ‘Ali narró que Abu Yahl le dijo al Mensajero de Allâh : "Nosotros no te acusamos de ser un mentiroso, pero no creemos en lo que has traído".[6] En Su Libro, Allâh dijo sobre ellos:

(No es a ti a quien niegan, sino que los injustos niegan las aleyas de Allâh.) [6:33]

Aún cuando Heraclio le preguntó a Abu Sufián: "¿Acaso lo han encontrado mintiendo antes de que se declare Profeta?". Abu Sufián contestó: “no”.

Era modesto y era lo más alejado a la arrogancia y el orgullo. Prohibió a la gente que se pusieran de pie en su presencia como otras personas lo hacen ante sus reyes.

Visitar a los pobres, los necesitados y ayudarles, era uno de sus hábitos. Si un esclavo lo invitaba, él aceptaba su invitación. Siempre se sentaba entre sus amigos como si fuera una persona común. 'Aishah dijo que él reparaba sus zapatos, remendaba su ropa y colaboraba en los quehaceres domésticos. Ordeñar la oveja y atender sus necesidades eran algunos de sus trabajos diarios. [7] El Profeta era el más cumplidor de los convenios, y una de sus prioridades era establecer buenas y sólidas relaciones con sus parientes y familiares. Era la más compasiva, gentil y amable de las personas. Su manera de vivir era sencilla y simple.

La grosería y la indecencia fueron dos cualidades completamente ajenas a su persona. Era decente y no pronunciaba ofensa. No maldecía. No intercambiaba insultos. Devolvía las ofensas y agravios, perdonando y pasando por alto. No se sentía superior a los demás aún respecto a sus sirvientes en lo que hace a la comida y vestimenta.

Aquel que lo servía también era servido por él. La expresión "¡Uff!" jamás salió de su boca hacia ninguno de sus sirvientes. Tampoco sus sirvientes fueron reprendidos por hacer o dejar de hacer algo. El amor a los pobres y desamparados; atenderlos o participar de sus funerales eran costumbres propias del Profeta . Nunca desdeñaba o rechazaba a alguien debido a su pobreza. Cierta vez viajaba con sus compañeros y había llegado la hora de preparar la comida, que consistía en carne de oveja. Un hombre dijo: "Yo la sacrificaré". El segundo dijo: "Yo me encargo de sacarle el cuero". Un tercero dijo: "Yo la cocino". Y el Mensajero de Allâh dijo:"Yo busco la leña". Entonces le dijeron: "No es necesario, nosotros podemos con todo". Y el Profeta les dijo: “Se que lo pueden hacer por mi, pero no quiero tener privilegios sobre vosotros. A Allâh le disgusta ver a alguien con más privilegio que otros”. Luego fue a recolectar la leña. [8]

También contamos con la descripción que hizo Hind bint Abi Halah: "El Mensajero de Allâh parecía estar serio, pensativo. Descansaba poco. Hablaba cuando era necesario. Permanecía en silencio por mucho tiempo, y cuando hablaba terminaba sus palabras en su mandíbula pero no con la esquina de su boca. Su discurso era completo. Hablaba con determinación. No se excedía cuando disertaba ni decía cosas insignificantes. Era amigable. De ninguna manera indecoroso. Glorificaba y reconocía las bondades de Allâh . Si no le gustaba una comida, no la criticaba.

Siempre controlaba su temperamento. No se enojaba ni se vengaba por algún asunto personal. Solo se enojaba por la causa de Allâh y de Su religión.

Cuando señalaba algo lo hacía con toda su mano, y la movía cuando quería demostrar que estaba sorprendido. Si se enojaba se movía hacia otro lado con todo su cuerpo y su cara. Cuando estaba complacido, miraba hacia abajo. Su risa no era más que una sonrisa. En ese momento era cuando sus dientes eran vistos.

No hablaba a no ser que sea algo relevante. Consolidó la hermandad entre sus compañeros. Hizo que sean grandes amigos, que no se separaran ni se enemistaran. Aquellos que honraban a su gente, eran considerados y respetados por él, y eran designados líderes de su gente. Visitaba a sus amigos y les preguntaba sobre sus asuntos. Confirmaba lo correcto y denunciaba lo incorrecto y trataba de impedirlo. Era moderado en todos sus asuntos. No aceptaba privilegios. No procedía con descuido.

La rectitud era su objetivo, y no estaba falto de ella ni era indiferente a ella. Aquellos que se sentaban cerca de él eran los mejores de entre su gente. Para él, los más destacados eran los que mejor predisposición tenían y los que socorrían a los necesitados. El recuerdo de Allâh siempre estaba presente en él en todas las circunstancias: cuando se sentaba o se paraba. No tenía un cierto lugar designado para sentarse. Se sentaba al final del grupo. Y le ordenó a la gente hacer lo mismo. Atendía a los que participaban de las reuniones con tanta deferencia que llegaban a pensar que ellos eran los únicos honrados. Cualquiera podía interrumpirlo para consultarle sobre algún asunto, era el primero en hablar y el último; el Profeta lo escuchaba atentamente y pacientemente hasta que terminase de plantearle su tema. Nunca le negó un consejo a nadie.

Su magnanimidad y su tolerancia, alcanzaba a toda su gente, pareciendo el padre de todos ellos. Para él eran todos iguales. Nadie superaba a otro excepto por su temor a Allâh . Siendo para él el favorecido el que más le temía a Allâh .

Sus asambleas eran reuniones de tolerancia, recato, paciencia y honestidad. No se levantaban las voces. Los asuntos sagrados jamás se dejaban de respetar. El temor de Allâh y Su adoración eran sus medios para la simpatía y la compasión. Estimaba a los ancianos y mostraba compasión por los menores.

Ayudaba al necesitado y hospedaba a los extraños.

El Mensajero de Allâh siempre era alegre, dócil, agradable e indulgente. Nunca fue rudo o áspero ni escandaloso o indecente. No hacía reproches. Pasó por alto lo que le desagradaba. De tres cualidades se deshizo: la hipocresía, los excesos, e intrometerse en lo que no le concernía. Las personas no se preocuparon de tres cosas porque ninguna de esas cualidades formaban parte de sus hábitos: nunca desacreditó, o reprochó ni buscó los defectos de los otros. Sólo habló buscando la complacencia Divina. Cuando hablaba, sus oyentes escuchaban atentamente bajando sus cabezas. Sólo hablaban cuando él permanecía callado. No tenían disputas o argumentos sobre quién tenía que hablar. Quién hablaba en su presencia era escuchado por todos hasta que terminara lo que deseaba decir. El Mensajero de Allâh se reía de lo que ellos se reían y admiraba lo que ellos admiraban. Era paciente con la rudeza de un extraño cuando le hablaba. Solía decir:

"Cuando vean a una persona que busca alcanzar un objetivo seriamente, ayúdenlo para que lo lleve a cabo. Y nunca le pidan algo a cambio, excepto al Dador de las recompensas.”[9]

Jariÿah bin Zaid dijo: "El Profeta era el más honorable cuando se sentaba entre la gente. Sus extremidades apenas podrían verse. A menudo estaba callado y raramente hablaba cuando no era necesario. Se apartaba de aquellos que hablaban con rudeza y sin cortesía. Su risa no era más que una sonrisa. Su discurso era apropiado, limitándose a decir lo justo sin excederse y sin dejar el concepto incompleto".

En conclusión, el Profeta poseía los atributos humanos más perfectos. Esto no nos debe sorprender debido a que fue educado e instruido por Allâh. El Profeta fue elogiado por Allâh :

(Y tienes (Oh Muhammad ) un carácter magnánimo.) [68:4]

Éstos eran los atributos y cualidades que el Profeta tenía y que hicieron que los corazones de las personas cercanas a él, se aproximen más a él y lo amen. Estos rasgos lo hicieron tan popular que la enemistad de su gente disminuyó a tal punto que comenzaron a abrazar el Islam en grandes masas.

Estas descripciones son tan solo una rápida revisión y unas breves palabras de los aspectos de la vida y modales de Muhammad . Intentamos abarcar el cuadro completo del Profeta . Aunque debemos considerar que ningún ser humano puede declarar conocer y dominar por completo todos los grandes atributos del más importante ser humano de este universo.

¡Oh Allâh! Exalta a Muhammad y a su familia, como has exaltado a Abraham y a la familia de Abraham. Tú eres digno de toda alabanza y Glorificación.

¡Oh Allâh! bendice a Muhammad y a la familia de Muhammad como has bendecido a Abraham y a la familia de Abraham. Tú eres digno de toda alabanza y Glorificación.

Terminado de traducir en Buenos Aires, Argentina, el día 31 de agosto del 2000.

Ruego a Allâh que acepte mi trabajo, y me otorgue el bienestar en esta vida y en la otra.

Yusef Husain Hallar



1 Sahîh AI-Bujâri, 1/503.

2 Sahîh A1-Bujâri, 1/503.

3 As-Shifa, 1/89.

4 Sahîh A1-Bujâri, 1/407; Sahîh Muslim, 2/252.

5 Sahîh Al-Bujâri, 1/504.

6 Mishkat A1-Masabih, 2/521.

7 ídem, 2/520.

8 Julasa As Siar, pág.22

9 Ash Shifá, 1/126.

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